miércoles, mayo 31, 2006

Sacrificio

Estamos todos. Papa, mama, incluso mis abuelos.
También esta mi hermano.
No es la primera vez que venimos al mirador. La vista es preciosa desde este lugar.
Es una extensión pequeña de terreno que la erosión ha dejado casi totalmente suspendida en el aire. Este balcón natural esta sostenido firmemente por gruesas barras de acero colocadas debajo del mismo.
"Como si un brazo de la tierra quisiera convertirse en ala", así se ha descrito la forma de este lugar.
Y abajo, la fuerza azul nos recuerda su presencia con grandes olas.
Me siento feliz y una canción vuela entre los pensamientos: "Something's Always Wrong" de Toad the Wet Sprocket.
Entonces pienso en lo que escuche una vez: siempre hay algo malo, siempre hay alguna cosa que nos echa a perder nuestros planes.
Miro a mí alrededor. Mi hermano ha vuelto, después de tanto tiempo la familia esta unida una vez más.
No hay nada malo.
El tiempo pasa inadvertido mientras nos sacamos fotos, reímos y jugamos.
Ya es hora de irse.
Veo a mi hermano, tiene algo raro en sus ojos. Observa con detención un punto en el mirador.
No alcanzo a saber lo que mira, pero lo adivino cuando, en un segundo, una mueca de horror habita su rostro y escucho un agónico aullido metálico.
No necesito mirar para saberlo, el mirador se inclina.
El acero ha cedido.
Me imagino cayendo fugaz hacia nuestra segura muerte e instintivamente cierro los ojos.
Pero algo pasa. No caemos.
Soy el primero en verlo. Mi hermano, de pie, con los dientes apretados y la mano izquierda encerrando su puño derecho.
No se como, pero el nos mantiene en el aire. Me mira de reojo y de inmediato le entiendo.
Queda poco tiempo.
Sin perderlo ayudo a mis abuelos y padres a salir del mirador hacia tierra firme, pero antes de volver por mi hermano, desde lejos veo que sus ojos brillan, como despidiéndose.
Desde mi garganta un grito llena el lugar en el mismo instante en que el balcón de tierra y piedras se desmorona cayendo al vacío.
Entonces vuelvo a la realidad.
El recuerdo llega de pronto, sin aviso, sobretodo ahora, dos semanas después, Parado aquí, frente al pequeño memorial que guarda su nombre.
Nunca encontraron el cuerpo. "Su tumba es el mar" -pienso-, mientras dejo las flores.
A unos cuantos metros alguien se aleja. Esta de espaldas, no se quien pueda ser, pero cuando me mira de reojo, con una sonrisa, de inmediato le entiendo.
No hay nada malo.


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martes, mayo 23, 2006

Apreciar

Recuerda claramente la cabaña en la playa. De una u otra forma siempre terminaban allí, aunque fuera solo por un par de días. Nunca supo a ciencia cierta que era lo que llevaba a su padre a ese abandonado refugio, después de todo, estaba en un lugar apartado y no había mucho que ver, más que el mar, rocas y arena.
No era un lugar agradable. Nunca le gusto. Era como si la playa misma no quisiera presencia humana en sus orillas y las olas parecían golpear con más fuerza cuando cualquiera se acercaba.
Sin embargo aquí esta. Frente a la cabaña, frente al secreto. ¿Que traía a su padre aquí?, siente que nunca lo sabrá, menos ahora, que ha desaparecido.
Esta es la ultima posibilidad, no sabe donde mas buscarlo.
Respira hondo y abre la puerta.
No hay nada. Solo los muebles vacíos, solitarios y una capa de polvo que lo cubre todo.
O casi todo.
Cansado, cae de rodillas en el piso de madera. Ya no tiene dirección, no sabe donde mas buscarle, esta perdido.
De pronto recuerda: "Oración" de Pedro Aznar. Su padre solía escucharla cuando venían hacia este lugar. Ya no piensa, solo cierra los ojos y susurra.
Cuando la noche entra por las ventanas el despierta. Aun desorientado se levanta y mira hacia afuera. Un par de luces en el mar. Tal vez sea un bote perdido, pero nunca vio embarcación alguna pasar por el sector.
Eso pasa a segundo plano cuando, al sacudirse nota que su ropa esta limpia. Extrañado mira hacia abajo y lo ve, en el mismo sector donde durmió. Un cuadrado pequeño en el suelo es el único lugar en donde no parece haber rastros de polvo.
Esta oscuro, pero cuando su mano toca la madera siente algo. Es una especie de seguro, como una aldaba camuflada en el suelo.
¿Como?, ¿como en todos estos años nunca la vio?. Eso no importa ahora. No si sabe que hay una posibilidad de encontrarlo.
Sin dudar ni un solo instante tira de ella.
El cuadrado de madera se desprende y en su lugar puede verse algo parecido a un pozo, con escalerillas a un costado.
Entonces empieza a recordar. Recuerda el juego de las escondidas: nunca pudo saber donde se ocultaba su padre, aun en un espacio tan pequeño. Y cuando volvía de sus paseos, el simplemente aparecía de ningún lado.
Ahora lo entiende. Queda un solo lugar donde puede estar. La ultima opción.
No siquiera respira hondo, no tiembla ni le sudan las manos.
Sabe que hacer.
Y baja por la escalerilla.


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martes, mayo 16, 2006

No solo

La noche recién comienza.
Las botellas poco a poco comienzan a vaciarse y la alegría ronda el ambiente. Son gente normal, en un local normal. Risas y bromas cruzan por sus bocas.
De todo el grupo, solo dos se conocen. Todos conversan sobre sus vidas y comparten.
Y hay uno, con la mirada extraña, pero amable, que Habla poco y preciso.
De vez en cuando se quiebra un vaso, se encuentran conocidos y concuerdan los gustos, mientras la noche avanza lenta y agradable.
La música suena fuerte y ellos deben gritar para entenderse, pero no parece ser impedimento para compartir, además, es buena música.
Bandas, colores, fútbol, comida, política, estudios, religión, nombres y libros se mezclan entre sus conversaciones.
Todo esta bien, esta noche.
Hasta que, sin previo aviso, Inaudibles alarmas de relojes pulsera hacen su pequeño ruido para decir que ha llegado una nueva hora. Casi nadie lo nota.
Si lo hace el de la mirada extraña. Son las doce, ha comenzado un nuevo día, pero no uno cualquiera. Es el día de la Madre.
Y una avalancha de recuerdos arrasa sin piedad sus pensamientos. Y sus ojos dejan escapar la liquida pena.
Cerca suyo ella lo ve y le pregunta que sucede.
No estaba preparada para tal respuesta.
Pocos lo notan. El lo nota. Le pregunta si esta bien y lo escucha.
El resto del tiempo pasa rápido. Son las 5 AM y el local cierra.
Después de despedirse, se da cuenta de que no puede saber por lo que el esta pasando, por eso no fue capaz de decirle nada mas que un: "Fuerza".
Justo antes de perderlo de vista, la da una última mirada. Podría estar equivocado, tal vez fueron las luces o el cansancio, pero la vio, caminando junto a el.
"Tal vez sea su madre" -piensa-.
Mientras conduce a casa, en la radio se escucha a
Ben Harper and the Blind Boys of Alabama con su tema: "I Shall Not Walk Alone".
Abre la puerta con cuidado, para no hacer ruidos. Se acerca al cuarto y entra en silencio.
Ahí esta ella, durmiendo placidamente.
Y recuerda al de la extraña mirada. No puede saber por lo que esta pasando, porque su madre esta aquí, justo a su lado.
Con los ojos brillando de emoción se acerca y le besa la frente. Ella continúa durmiendo con una sonrisa.
Y el sabe que, al igual que todos, tendrá que caminar, por tristeza y felicidad.
Y lo hará, pero no solo.
No caminara solo.


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sábado, mayo 06, 2006

Desvanecerse

Ese día se iban a reunir, como hace mucho no lo hacían.
Volvió por un instante en el tiempo y recordó cuando casi cada fin de semana se sentaban en la misma mesa y ponían sobre ella las fantásticas cartas.
Era un juego divertido. Los rectángulos de cartón con imágenes hacían el papel de criaturas monstruosas, magias alucinantes y poderes increíbles.
Pero no eran las cartas las que creaban horas de diversión. Eran sus imaginaciones unidas, eran quienes manejaban el juego, eran cinco jóvenes amigos.
Con fuerza vuelve a la realidad, mira la hora y suspira. La mesa esta vacía y en el ambiente suena Mazzy Star con: “Fade into you”.
Cuarenta minutos después, aparece el primer invitado. Un abrazo sincero y se sienta.
Poco después llega el segundo. Solo faltan dos, o uno más bien.
"Lentamente se ha ido desvaneciendo" -piensa- mientras en la misma mesa y con las mismas cartas con que han pasado estos seis años, se conversa de otros temas. Temas de adultos.
El que no puede asistir viajo a otra ciudad, por estudios. Pero volverá a fin de año. Un año sin su asistencia, un año sin su juego.
Pasa el tiempo y el cuarto no aparece. Llamadas telefónicas y un rato convencen de que no llegara.
Entonces se materializa una propuesta: Comer, antes del juego.
Las cartas quedan ahí, dentro de sus cajas, ansiosas por salir del largo encierro.
Volvieron satisfechos. Ya era tarde cuando comenzaron a jugar. El sueño se apodero de uno de ellos, pero era entendible. Hace poco mas de un año había sido padre y trabajaba con esmero para solventar gastos y terminar su carrera.
El otro parecía tener aun la chispa inicial que, aunque desgastada, seguía ahí, haciendo que su presencia en ese lugar continuara teniendo sentido. El esta a punto de terminar su carrera y comparte un vinculo especial con quien mira tristemente la situación.
"Se esta desvaneciendo, ahora mismo" -sigue pensando- incapaz de disfrutar lo que sabe será, el ultimo juego.
El tiempo pasa y el juego se termina. Los invitados vuelven a sus hogares y a sus vidas, mientras el los ve partir desde la ventana del departamento.
Este ha sido el último. Lo sabe en su corazón, pero le duele, sobretodo cuando recuerda las conversaciones que tuvieron miles de veces acerca de que no dejarían nunca de jugar, aun cuando fueran mayores. Esos niños podían imaginar mucho, pero nunca se acercarían siquiera a sus propios futuros.
El tiempo, la vida, les ha cambiado demasiado.
Pero no a el, porque aunque parece estar solo en el lugar donde pasaron tanto tiempo juntos, sigue teniendo compañía.
Aun no lo ha perdido.
Y tiene la seguridad de que no importa lo que suceda, ni cuanto cambien los tiempos ni las personas. El seguirá sintiendo su mano presionada con fuerza por el pequeño niño que lo mira con cariño en este mismo instante. El mismo que ha vivido todo este tiempo en su interior y que seguirá viviendo a su lado hasta que la vida termine e incluso mas allá.
Un niño que jamás podrá desvanecerse.


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