martes, marzo 27, 2007

Entender

Su último arrendatario fue una mala experiencia. Por un momento pensó en no seguir con ello, pero necesitaba el dinero, así que una vez mas puso los avisos correspondientes y esperó.
Esa misma tarde llego a su puerta. Era joven. Su cabello largo y oscuro descansaba en el hombro para luego caer casi hasta la cintura. No traía maletas, solo una abultada mochila de acampada que cubría completamente su espalda. Ella no parecía sentir el peso del bulto que cargaba y con una sonrisa, pero desviando la mirada, se convirtió en la nueva arrendataria.
Era un departamento amplio. Ubicado cerca de la universidad y con una vista privilegiada desde su décimo piso. Nunca tardo en encontrar gente que quisiera arrendar, pero con ella fue inusualmente rápido. Casi como si lo hubiera estado esperando.
Pero eso no fue lo único extraño.
Ella era muy callada y silenciosa. Nunca la veía salir y desde su cuarto casi nunca había ruido o música. Solo en ciertas ocasiones, si se pasaba cerca de su puerta, podía sentirse un sonido suave y leve como el viento.
Todos los meses un sobre con el dinero del arriendo aparecía sobre la mesa. Siempre responsable, siempre la misma fecha.
Las pocas veces en que se topaba con ella, traía el cabello desordenado y cargaba la misma mochila con la que la conoció. Seguía tan abultada como el primer día, pero aun así, sus movimientos eran ligeros y rápidamente entraba a su cuarto.
Normalmente conocía un poco a sus arrendatarios. Datos básicos como donde estudiaban, de donde venían, pero ahora solo sabía su nombre. Se lo dijo ella misma, cuando se presentaron. "un nombre poco común" pensó el, mientras ella, casi como adivinando le dijo: "Es que vengo de otro lugar".
Paso el tiempo y la situación se volvió cotidiana. Hasta ese día.
El día en que se cruzo con ella en la entrada del edificio. Fueron solo unos segundos, pero noto las lagrimas cayendo de su rostro. Quiso preguntarle que sucedía, La llamo por su nombre, pero no logro detener su rápido caminar hacia las escaleras. La siguió corriendo, pero apenas puso su pie en el primer peldaño, ella ya había alcanzado la puerta. Se tomo exactamente cuatro segundos en intentar comprender como lo había hecho y decidir que se lo preguntaría después. Subió lo más rápido que pudo y cuando finalmente llego, la puerta de su enigmática arrendataria estaba entreabierta. El sonido del viento se colaba y creaba fugaces y musicales silbidos.
Inspiro una gran bocanada y atravesó el umbral de la puerta solo para encontrarse con decenas de plumas flotando en el aire, como bailando, como despidiéndose. En el suelo, la mochila que ella siempre cargaba, vacía y con un inmenso agujero en el lugar de la espalda. A su izquierda, el gran ventanal abierto parecía llamarlo. Se acerco lentamente, abriéndose paso entre las plumas y con un poco de temor, miro hacia abajo, casi esperando ver un cuerpo bañado de rojo, pero lo único que encontró fue una sombra, una sombra imposible. Levanto la vista despacio, hasta que sus ojos se fijaron en la figura que tapaba el sol a contraluz. Contemplo por unos segundos la flotante silueta femenina adornada con dos grandes extensiones en su espalda por unos segundos, antes de que desapareciera entre las nubes, entre el cielo.
Le tomo un rato despegarse de la ventana. Entonces lo vio. Un pequeño aparato mp3 sobre la cama. Se puso los audifonos, presionó play y Everything but the girl comenzó a sonar con: "I Don't Understand Anything".
Salio del cuarto e inmediatamente noto el sobre en la mesa. En su interior, como cada mes, el dinero del arriendo y además, una hoja con una sola palabra: "Gracias".
Y sin darse cuenta, piensa lo mismo que oye.


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martes, marzo 20, 2007

Cielo para todos

El Dan era un perro adorable. Desde pequeño tuvo una mágica conexión con Alicia. Se ponía triste cuando enfermaba, la protegía cuando salían, saltaba y daba vueltas de felicidad cuando llegaba de la escuela.
Alicia lo recuerda muy bien. Hace una semana que murió y la pena sigue rondando.
Pero no es el único dolor que tiene.
Su abuelo sigue en el hospital y le queda poco tiempo.
La madre de Alicia recuerda cuantas mascotas pasaron por su casa, y cuantas penas sufrió su hija al ver partir a sus queridos amigos. En cada una de las muertes le prometió lo mismo: "Hay cielo para todos".
En la televisión están pasando "Heaven for everyone" de Queen. La imagen de Freddy Mercury trae nostalgia al frío pasillo de hospital. Sentadas, madre e hija esperan noticias. Finalmente un hombre vestido de blanco aparece. Se les acerca, les informa.
Y el pasillo se vuelve más frío.
El tiempo fluye distinto para ellas. Ahora, frente a la gris lapida, Alicia llora. La pena es demasiado profunda. Su madre la abraza y le dice: "No estés triste hija mía. Recuerda que hay cielo para todos".
Y asi abrazadas, la madre de Alicia le da la espalda a la tumba, por eso no sabe lo que su hija observa, por eso no ve como sus lagrimas se apagan y una sonrisa las reemplaza. Por eso no ve como su Abuelo, Dan y cada una de las mascotas que alguna vez tuvo la pequeña se despiden por ultima vez, antes de subir.


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martes, marzo 13, 2007

Intentarlo

Un día hermoso, brillante. De todos lados pajaritos se acercan y cantan sus canciones.
El camina rodeado de corazones que lo siguen dondequiera que vaya. En una camioneta a su lado los Pixies también lo siguen cantando: "Here comes your man". A su paso, una estela de colores queda en el ambiente.
Los perros ladran musicalmente, los gatos danzan como solo ellos saben hacerlo y las ardillas realizan acrobacias entre los árboles.
El camina rodeado de gente que comparte su camino. La alegría es contagiosa. Cada tres o cuatro cuadras la multitud se detiene y perfectamente coordinados bailan y cantan. Cada vez se agrega más gente al grupo.
Y el los lidera. Incluso de entre las grises baldosas las flores crecen y se alzan para ser arrancadas con delicadeza. El motivo bien vale el sacrificio.
Finalmente llegan a destino. El tumulto abre paso. El camina lentamente y con una enorme sonrisa en el alma, golpea la puerta. Esta se abre y una mujer aparece.
- "Aquí viene tu hombre" Le dice, mientras le entrega flores y chocolates. "¿Quieres ser mi novia?".
Por un segundo el silencio se presenta y la multitud se congela, esperando su respuesta.
"¿Hasta cuando sigues haciendo esto?, ¡te he dicho mil veces que no!.
Y luego de decir eso, el sonido de la puerta en su cara se repite como un eco durante los próximos tres o cuatro segundos. Pero solo durante ese tiempo.
La turba se dispersa. Los animales se marchan a otros lugares. Los corazones vuelan y se pierden en el cielo. Los Pixies guardan sus instrumentos.
Y en medio de todo, el.
"Bueno, no es tan malo" -Piensa para si mismo- "Mañana puedo volver a intentarlo".


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martes, marzo 06, 2007

Misterio

El sobre no parecía importante, "una cuenta mas" -pensó-. Ahora lo sostiene boquiabierto mientras oye: "I stay away", de Alice in chains. ¿Su contenido?: Los símbolos más extraños que había visto en su vida.
No hay remitente, ni destinario escrito. No sabe como o porque, pero tiene un misterio en sus manos.
Nunca le sucedió nada así, es por eso que sonríe.
Desde pequeño le gustaron los mitos, los enigmas. Su padre solía dibujarle mapas de tesoros escondidos y mensajes escritos en clave. El siempre encontraba las recompensas y descubría los secretos, a pesar de que la dificultad fue aumentando con el tiempo, el siempre lo lograba.
Creció, y con el, su sed de respuestas, su ansia de resolver los misteriosos puzzles que rodeaban al mundo.
Este sobre era eso y mucho más, un verdadero desafío.
Investigo como nunca lo había hecho. Visitó bibliotecas, dedico largas horas buscando pistas en Internet, consulto con otros como el, pero el resultado era el mismo: Nadie podía descifrar el código, aun mas, todos coincidían en que era el mensaje cifrado más difícil y perfecto realizado nunca.
A pesar de todo eso, no se rindió. El misterio seguía ahí, como burlándose por no ser descubierto.
Finalmente, se corrió el rumor y personas de todas partes intentaron resolverlo. Pasaron meses sin resultados y el famoso mensaje quedo en el inconciente colectivo del mundo, esperando por alguien capaz de resolver el misterio.
El sobre no parecía importante entonces. Ahora muchos pagarían lo que fuera para obtenerlo, pero el lo observa despreocupado, sin interés.
Lentamente toma el sobre, introduce el mensaje adentro y lo parte en decenas de pequeños trozos.
No necesitaba descubrir el secreto. Necesitaba algo mejor.
Por eso creo el código y lo lanzo dentro de un sobre debajo de su propia puerta, porque era lo único que realmente le faltaba a su vida, lo único que realmente necesitaba.
Un poco de misterio.


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