Sacrificio
Estamos todos. Papa, mama, incluso mis abuelos.
También esta mi hermano.
No es la primera vez que venimos al mirador. La vista es preciosa desde este lugar.
Es una extensión pequeña de terreno que la erosión ha dejado casi totalmente suspendida en el aire. Este balcón natural esta sostenido firmemente por gruesas barras de acero colocadas debajo del mismo.
"Como si un brazo de la tierra quisiera convertirse en ala", así se ha descrito la forma de este lugar.
Y abajo, la fuerza azul nos recuerda su presencia con grandes olas.
Me siento feliz y una canción vuela entre los pensamientos: "Something's Always Wrong" de Toad the Wet Sprocket.
Entonces pienso en lo que escuche una vez: siempre hay algo malo, siempre hay alguna cosa que nos echa a perder nuestros planes.
Miro a mí alrededor. Mi hermano ha vuelto, después de tanto tiempo la familia esta unida una vez más.
No hay nada malo.
El tiempo pasa inadvertido mientras nos sacamos fotos, reímos y jugamos.
Ya es hora de irse.
Veo a mi hermano, tiene algo raro en sus ojos. Observa con detención un punto en el mirador.
No alcanzo a saber lo que mira, pero lo adivino cuando, en un segundo, una mueca de horror habita su rostro y escucho un agónico aullido metálico.
No necesito mirar para saberlo, el mirador se inclina.
El acero ha cedido.
Me imagino cayendo fugaz hacia nuestra segura muerte e instintivamente cierro los ojos.
Pero algo pasa. No caemos.
Soy el primero en verlo. Mi hermano, de pie, con los dientes apretados y la mano izquierda encerrando su puño derecho.
No se como, pero el nos mantiene en el aire. Me mira de reojo y de inmediato le entiendo.
Queda poco tiempo.
Sin perderlo ayudo a mis abuelos y padres a salir del mirador hacia tierra firme, pero antes de volver por mi hermano, desde lejos veo que sus ojos brillan, como despidiéndose.
Desde mi garganta un grito llena el lugar en el mismo instante en que el balcón de tierra y piedras se desmorona cayendo al vacío.
Entonces vuelvo a la realidad.
El recuerdo llega de pronto, sin aviso, sobretodo ahora, dos semanas después, Parado aquí, frente al pequeño memorial que guarda su nombre.
Nunca encontraron el cuerpo. "Su tumba es el mar" -pienso-, mientras dejo las flores.
A unos cuantos metros alguien se aleja. Esta de espaldas, no se quien pueda ser, pero cuando me mira de reojo, con una sonrisa, de inmediato le entiendo.
No hay nada malo.
También esta mi hermano.
No es la primera vez que venimos al mirador. La vista es preciosa desde este lugar.
Es una extensión pequeña de terreno que la erosión ha dejado casi totalmente suspendida en el aire. Este balcón natural esta sostenido firmemente por gruesas barras de acero colocadas debajo del mismo.
"Como si un brazo de la tierra quisiera convertirse en ala", así se ha descrito la forma de este lugar.
Y abajo, la fuerza azul nos recuerda su presencia con grandes olas.
Me siento feliz y una canción vuela entre los pensamientos: "Something's Always Wrong" de Toad the Wet Sprocket.
Entonces pienso en lo que escuche una vez: siempre hay algo malo, siempre hay alguna cosa que nos echa a perder nuestros planes.
Miro a mí alrededor. Mi hermano ha vuelto, después de tanto tiempo la familia esta unida una vez más.
No hay nada malo.
El tiempo pasa inadvertido mientras nos sacamos fotos, reímos y jugamos.
Ya es hora de irse.
Veo a mi hermano, tiene algo raro en sus ojos. Observa con detención un punto en el mirador.
No alcanzo a saber lo que mira, pero lo adivino cuando, en un segundo, una mueca de horror habita su rostro y escucho un agónico aullido metálico.
No necesito mirar para saberlo, el mirador se inclina.
El acero ha cedido.
Me imagino cayendo fugaz hacia nuestra segura muerte e instintivamente cierro los ojos.
Pero algo pasa. No caemos.
Soy el primero en verlo. Mi hermano, de pie, con los dientes apretados y la mano izquierda encerrando su puño derecho.
No se como, pero el nos mantiene en el aire. Me mira de reojo y de inmediato le entiendo.
Queda poco tiempo.
Sin perderlo ayudo a mis abuelos y padres a salir del mirador hacia tierra firme, pero antes de volver por mi hermano, desde lejos veo que sus ojos brillan, como despidiéndose.
Desde mi garganta un grito llena el lugar en el mismo instante en que el balcón de tierra y piedras se desmorona cayendo al vacío.
Entonces vuelvo a la realidad.
El recuerdo llega de pronto, sin aviso, sobretodo ahora, dos semanas después, Parado aquí, frente al pequeño memorial que guarda su nombre.
Nunca encontraron el cuerpo. "Su tumba es el mar" -pienso-, mientras dejo las flores.
A unos cuantos metros alguien se aleja. Esta de espaldas, no se quien pueda ser, pero cuando me mira de reojo, con una sonrisa, de inmediato le entiendo.
No hay nada malo.

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