jueves, agosto 09, 2007

Por Amor

- Toma.
- Gracias.
- ¿Te sientes mejor?.
- No realmente, pero gracias.
- Mira, no tienes que decirme lo que te pasa, pero puedo quedarme aquí un rato, si te parece.
- Esta bien. No, no lo esta.
- Puedo irme si quieres.
- No, por favor, quédate. No me refería a ti, soy yo. No, no, tampoco soy yo, es mi vida, la vida que tengo.
- Todos tenemos nuestros problemas.
- Oh, pero mi problema es inmenso. No tienes idea...
- Yo creo que si.
Unos veinte minutos después, el se levanta, mete su mano al bolsillo y le entrega el contenido a ella, quien la mira un poco extrañada.
- ¿Un caset y una hoja?.
- Son tuyos ahora. Te los regalo.
- Pero, ¿porque?.
- Lo único que tienes que saber ahora, es que tu vida va a cambiar, para bien. Cuando de verdad lo necesites, abre la hoja.
Termina de hablar con una gran sonrisa. Ella observa los objetos en sus manos y cuando vuelve a levantar la mirada se encuentra sola. El se ha ido.
Lo busca por unos minutos, pero sin resultados.
Una vez en su cuarto, no deja de mirar los obsequios entregados por el desconocido. Hay algo extraño en todo esto. Juraría que lo ha visto antes, pero no puede recordarlo.
Por un momento esa anécdota la saca de la pesadilla en que vive. Hasta que oye las pisadas.
Alguien sube por las escaleras. Cada paso es un sonido seco, opaco. No necesita mirar para saber quien ha llegado.
Ve en sus brazos las marcas de la violencia. Esta asustada. Cierra la entrada, pone el caset en su radio y se esconde bajo la cama. Love Psalm, de la banda sonora de Silent Hill 2 suena con fuerza, ocultando las amenazas y que recibe desde el otro lado de la puerta.
- "Algo anda mal. Hoy esta mas furioso que de costumbre". No alcanza a pensar en nada mas cuando la madera cruje y el hombre irrumpe con furia ciega en el cuarto. Trae los pantalones abiertos y un halito de alcohol acompaña cada de sus gritos.
La toma de los brazos con fuerza y la levanta.
- "Por favor no, por favor...".
No esta muy segura de lo que ocurrió después. Un sonido de vidrios quebrándose, movimientos rápidos, sollozos de terror y la pesadilla terminada al fin en un charco de su propia sangre.
De espaldas a ella. Un hombre con sus manos envueltas en rojo respira agitadamente.
Es el.
Corre a abrazarlo, pero lo atraviesa, como un espejismo.
Se desvanece, poco a poco y justo antes de desaparecer en el aire, con una sonrisa, pero lágrimas en sus mejillas, le señala su mano izquierda.
Ella lo observa por última vez y levanta su mano despidiéndose. Luego nota que esta apretando algo con fuerza. Abre el puño y ahí esta, la hoja de papel.
El caset termina y tal como dice en la hoja, ella lo cambia de lado y escucha una confesión imposible.
Y acostada en el suelo, llora, pero no por comprender el sacrificio que realizo su hijo aun no nacido, no por entender que fue capaz de dar su propia vida por la de su madre. Llora por las ultimas cinco palabras que aparecen en el arrugado papel.
"Ahora, el futuro es tuyo".


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