martes, octubre 04, 2005

Cuatro minutos.

Estaba sentada, pensando en lo que posiblemente iba a hacer. Pero aun no lo decidía. No estaba segura.
A su lado, un tipo escuchaba "Time of your life" con el volumen tan alto que el vocalista de Green Day parecía escaparse por los audífonos.
Todo seguía normal, el mundo no se había detenido, pero ella parecía no darse cuenta, continuaba mirando en blanco, con los ojos fijos en sus pensamientos.
Ahora se sentía más sola que nunca. Sin el, nada tenia mucho sentido.
Decidió levantarse y caminar, aunque lo hacia casi por inercia, sin rumbo fijo.
Pasaba entre la gente tan silenciosamente que era necesario hacer un esfuerzo para notar su presencia.
Repasaba una y otra vez las distintas posibilidades. Estaba enojada, confundida, pero por sobretodo, herida, solo eso hacia crecer un odio que creía olvidado hacia mucho.
Las posibilidades disminuían a cada paso. Mientras más lo recordaba, mas se acercaba a la decisión que sabia, debería tomar. Pero también los recuerdos llenaban su corazón con esquirlas de pena y cada vez era mayor el dolor.
Suficiente -se dijo-, lo haré. Y comenzó a llorar.
Cuando las lagrimas comenzaron a deslizarse por sus calidas mejillas, tanteo en su bolsillo buscando algo con que secarlas y sintió el áspero sonido de un papel. Apenas lo vio, supo de qué se trataba. Busco desesperadamente en su bolso un reloj.
Le quedaban solo cinco minutos para pagar la cuenta.
Prometió hacerlo antes. Hoy era la fecha de vencimiento y tenia que ser cancelada. Era algo importante para su familia, habían depositado toda su confianza en ella.
Se concentro entonces en eso, y aunque estaba casi segura de que no lo lograría, olvido todo por un momento, todo menos correr y llegar a tiempo.
Las lágrimas se secaban con la velocidad y el viento, los recuerdos se congelaban y pasaban a tercer plano ante la emergencia, en su interior, la esperanza minúscula de lograr lo casi imposible.
Las cuadras se consumían bajo sus veloces pisadas y la visión en los costados era borrosa. Esquivo y salto obstáculos, pero apenas los noto. De pronto diviso su meta y antes de darse cuenta ya estaba dentro. Tenía el recibo de pago en sus manos.
Comenzó a caminar y reviso su reloj. Demoro cuatro minutos.
Solo en ese momento se dio cuenta de que nada era imposible, Y se lleno de alegría.
Había tomado una decisión, pero prefirió olvidarla. Ya no tiraría de la argolla de su corazón para lanzárselo a quien le dio tanto dolor.
No ahora que sabía que nada era imposible.


|
Free Counter
Free Counter