martes, agosto 08, 2006

Adios

No saber que pasa, no entender el sentido, el camino.
No sentirse parte de nada.
No saber que hacer.
Más de alguna vez deben haberse sentido así.
El lo siente, ahora mismo, o más bien no sabe que sensación lo domina.
Porque sabe muy poco. Porque hace tiempo que vaga perdido en el laberinto de la vida.
Aun no descubre una vocación, una señal que lo guié a través de los confusos pasajes.
Podría estar disperso, desarmado, pero en cambio, se siente unido, solo que no sabe a que.
El tiempo pasa y cada hora, día y semana la incógnita crece.
Y nada parece motivarlo lo suficiente, nadie parece saber que decirle.
La gente, las personas. Son muy difíciles, complicados. Demasiado odio, demasiado amor.
Como si les faltara equilibrio.
Por un momento piensa en la palabra. Hay algo en ella que le llama la atención.
El es humano, gente, persona. Pero los critica. No se siente parte de ellos.
Es así como la posibilidad hace su sorpresiva aparición.
Entonces decide no pensar y seguir a su interior.
Cierra los ojos, se concentra. Y cuando los abre, los sonidos de la ciudad lentamente comienzan a bajar en volumen, mientras su respiración, los latidos de su corazón y la voz de Annie Lennox cantando: "Into the west" llenan el espacio vacio.
Camina. Cada paso deja una huella húmeda. Las cuadras pasan veloces y sin saberlo se dirige al azul, que le llama.
Y empieza a sentirla. Cada vez más cerca. La respuesta.
La noche lo sorprende cuando la fina arena se cuela entre los dedos de sus descalzos y ya casi transparentes pies.
Lo siente, siente el llamado, las voces amistosas, familiares, parecen cantar entre las olas.
"Vuelve", le dicen. "Vuelve a ti, a nosotros".
"Vuelve a todo".
Solo ahora recuerda, y una sensación imposiblemente placentera lo cubre por completo.
Camina hacia el azul, humedeciendo a cada paso la silenciosa arena, sintiendo el líquido abrazo de lo que siempre ha sido, de lo que siempre será.
Equilibrio, tranquilidad, paz.
Y justo antes de dejar la conciencia junto a su ropa mojada sobre la arena, justo antes de mirar por última vez las luces de la ciudad y decir adiós, lo comprende.
El es parte de todo, como siempre lo ha sido, como siempre lo será.
Mientras su cuerpo se funde con el azul en preciosas gotas transparentes, mientras vuelve a ser lo que siempre fue, entiende que el elemento puede volverse humano y el humano elemento.
Y también entiende que es así como debe ser. Debemos descubrirlo por nosotros mismos.
La respuesta descansa en el interior de cada una de las cosas y personas que habitan el mundo.
Todo esta unido.


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