martes, abril 17, 2007

Bala de cañón

Un hombre con traje de ejecutivo camina rápido con la mirada fija. Se cruza con una niña que observa con asombro como un delgado trozo de madera es envuelto por una nube rosa y dulce. Su madre no esta lejos y habla por celular sin quitarle la mirada. Una joven vestida como deportista atraviesa la plaza en su bicicleta, rozando a la señora y al fotógrafo que se prepara para capturar un momento. Frente a el y sonriendo, una pareja repite al unísono la misma palabra. Detrás de ellos y dentro del centenario reloj de la plaza, un hombre aceita los engranajes y saca el polvo con una pequeña escobilla, la misma que deja caer al momento de cubrir sus oídos por el sonido estridente que marca las tres de la tarde y la misma que rebota en el suelo, sale hacia el exterior y llega a los pies del fanático religioso que grita con fuerza la palabra de dios con su megáfono. A su lado, su ayudante y amigo mira la hora incentivado por el sonido de las campanadas y observa con un poco de envidia como una pareja se besa apasionadamente unos metros más allá. Para ellos el tiempo se ha detenido entre los besos y la extraña sensación en sus estómagos. A espaldas de ellos un lustrabotas ríe con las noticias que lee en el diario y no deja de hacerlo mientras recibe y limpia y lustra los zapatos de un hombre con traje de ejecutivo que no sonríe en ningún momento, al menos no en su exterior.
¿Yo?, estoy justo en el centro. Lo he visto todo desde aquí sentado junto al cañón y sus balas, mientras escuchaba a The Breeders con: "Cannonball".
De pronto noto que alguien me mira desde el otro lado. Esta sentada en el pasto, junto al otro cañón y sus respectivas balas. Lleva puesto un casco que refleja la luz del sol. Por su cuello cae un delgado cable que delata sus audifonos. Me levanto y me dirijo hacia ella. ¿Quien sabe?, tal vez haya visto lo mismo que yo.
Tal vez este escuchando la misma canción.


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