lunes, octubre 31, 2005

Amanecer

El océano es Vasto, luminoso y verde.
Verde como los eternos e inalcanzables árboles que emergen poderosos de entre el agua, luminoso como las gaviotas hechas de luz que planean silenciosas dejando estelas de brillo a su paso y vasto como el reino que se hospeda bajo sus infinitas mareas.
No estoy seguro, pero creo que estuve en ese reino, o pude visitarlo al menos. A veces recuerdo cosas que no he vivido, entonces me pregunto: ¿no serán en realidad las cosas que he olvidado?.
Hay algo de lo que si estoy seguro: Siempre he visto el mundo de esta forma.
De todos los seres alados que pueblan el cielo, me quedo con los dragones. Tan largos como sus nombres, solo pueden ser escuchados si ellos así lo desean y aunque son muy buenos escondiéndose entre las nubes, siempre están a la vista para mi. Solo tengo que mirar hacia arriba.
Puedo ver mucho, mucho más de lo que imaginas.
Hay cosas que la gente ignora, no son secretos, simplemente están ahí, pero no las ven, las pasan por alto. Supongo que es natural, ellos no poseen este don.
No ven, por ejemplo, el maravilloso color del viento, que cambia según la dirección que tome. No pueden ver las verdaderas intenciones confundidas y mezcladas con las palabras, ni el miedo, las ansias o la alegría traducidas en exaltados latidos. No, no lo ven y sin embargo las viven a cada momento sin saberlo.
Por eso vengo aquí, cerca de la costa. Es aquí donde tengo un asiento reservado para la función que todos los días me da la vida. La entrada es gratuita por si te preocupa eso, además nunca, nunca veras dos funciones iguales. Solo hay una condición: tienes que llegar temprano, al amanecer.
Mientras desde un auto se escucha a Norah Jones con: "Sunrise", el joven a su lado le hace la pregunta: "¿Como puedo ver todo eso?, ¿como puedo ver las cosas como tu las ves?".
Sus oscuros lentes Parecen brillar cuando oye las palabras del joven y una amable sonrisa aparece en su cara al mismo tiempo en que el perro a su lado ladra como queriendo responder.
"Fácil", dice el. “Solo cierra los ojos”.


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sábado, octubre 22, 2005

Encuentro

-Espera.
-¿Que?... ¿Que haces aquí?.
-Te he estado observando, cada viernes y sábado apareces en este lugar, entre las cinco y las seis de la mañana. Te he visto desde mi casa. Apareces por entre los cerros, en medio de la oscuridad y luego continúas caminando hasta llegar a la ciudad. ¿Quien eres?, ¿de donde vienes?.
-¿Quieres sentarte?.
Una sincera sonrisa se dibuja en la cara de la extraña. De alguna manera, a el le parece confiable, entonces se sienta junto a ella.
-Dices que me has estado observando, ¿como supiste que vengo por aquí?.
-Hace un tiempo venia llegando a mi casa, era tarde. Estaba en el umbral de la puerta cuando se me cayo la llave, me agache para buscarla y tu apareciste, caminando. No notaste mi presencia, pero yo pude verte. Me pareció extraño que alguien caminara por este lugar a esa hora, después de todo, aquí se termina la ciudad y comienza el desierto, así que al dia siguiente deje una videocámara grabando. Cuando revise los videos, tu volvías a aparecer, fue así que intente averiguar de donde venias y quien eras, hasta que no pude aguantar mas y ahora estoy a tu lado, preguntándotelo.
-¿Y quien crees que sea?, ¿de donde crees que vengo?.
-No, mis teorías te harían reír.
-Inténtalo.
-Bueno, primero pensé que podías ser una ladrona, pero como no supe de ningún robo, creí que seria algo más mágico. Luego imagine que podías un extraterrestre que...
La extraña lo interrumpe con una contagiosa carcajada.
-¿De verdad creías que yo era un marciano?.
-No, no un marciano, un extraterrestre.
-Bueno, lamento decirte que estas equivocado, yo soy nativa del planeta tierra, al igual que tú, pero tenias razón en algo: tus teorías si me hicieron reír. Toma, esto es para ti.
-Pero, ¿porque me regalas este disco?, ¿que contiene?.
-Tranquilo, es la recompensa a tu perseverancia. Yo lo escucho cuando vengo de vuelta hacia acá. Es de un grupo llamado Keane. Te recomiendo el tema: "Bedshaped".
-¿De vuelta hacia acá?, ¿de donde vienes?.
-Vengo del otro lado de la ciudad porque mis amigos viven allí. Todos los viernes y sábados voy a verlos y llego aquí más o menos a la misma hora, de madrugada, ya que quiero mantener en secreto mi forma de desplazarme.
-Bueno, suponía que no podía haber nada mágico en mi vida.
-yo no he dicho que no haya magia en esto. Ojala volvamos a encontrarnos.
El aun tiene el disco en sus manos cuando los pies de ella se separan del suelo. Mientras la ve despegando hacia el cielo estrellado piensa lo único que tiene sentido pensar en ese momento.
"Ojala volvamos a encontrarnos".

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miércoles, octubre 12, 2005

Olivia

En este preciso momento, Silvio Rodríguez Me recuerda tu nombre con su canción: “Olivia”.
Ya no estas aquí, al menos no como solíamos reconocerte, no donde quieren hacernos creer que estas.
No es su culpa. Ellos no saben lo que nosotros.
Pero si lo supieran, quizás no tendrían esas caras, no soltarían sus lágrimas, no te extrañarían como hoy lo hacen.
Tu misma te encargaste de hacernos entender.
Mientras los demás creen acompañarte, tu estas ahí, en tu casa, moviendo ese cuadro justo cuando lo estamos mirando, justo cuando entramos. Sigues siendo la dueña de este hogar.
Como podríamos olvidarte, si estas aquí, junto a nosotros.
Como podríamos despedirte si nunca nos dejaste. No tenías una sola razón para hacerlo.
Las cosas no son tan distintas como parecen, aunque tú percibes grandes cambios. Nunca antes te habías sentido tan bien, tan en paz.
Hay cosas que no cambian.
Los demás dicen que debes hacer un viaje, por supuesto te acompañamos, somos tus cómplices, ¿recuerdas?.
Te ayudamos a subir. Tu auto avanza mientras los demás pensamos: "nos vemos allí".
En pocos minutos estamos juntos. Aquí, en el umbral de tu nuevo hogar. Una pequeña sonrisa se me escapa. Ellos no saben lo que nosotros.
Te acompañamos y te acomodamos, ya estas lista.
Muchos se despiden, ¿yo?, te guiño un ojo.
Hay abrazos, apretones de manos, palabras suaves y luego, todos vuelven a sus vidas, porque esa es la única opción, ¿no?, la única que vale la pena.
Para cuando llegamos a casa, tu ya estas esperándonos. Puedo sentir el familiar y agradable olor de las roscas que solías hacernos, puedo sentir tus palabras sencillas y tus halagos, puedo sentir tu presencia, tu mirada, tu sonrisa y tu bondad. Puedo sentir todo eso y un montón de cosas mas, aunque los demás no puedan verlo, porque claro, ellos no saben lo que nosotros.
No saben que tu no estas en ese pequeño cuarto de cemento, con madera a tú alrededor y flores custodiándote, no, no saben que estas aquí, ahora mismo, junto a nosotros, que nunca te fuiste, no realmente.
Pero tranquila, ese es nuestro secreto.


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martes, octubre 04, 2005

Cuatro minutos.

Estaba sentada, pensando en lo que posiblemente iba a hacer. Pero aun no lo decidía. No estaba segura.
A su lado, un tipo escuchaba "Time of your life" con el volumen tan alto que el vocalista de Green Day parecía escaparse por los audífonos.
Todo seguía normal, el mundo no se había detenido, pero ella parecía no darse cuenta, continuaba mirando en blanco, con los ojos fijos en sus pensamientos.
Ahora se sentía más sola que nunca. Sin el, nada tenia mucho sentido.
Decidió levantarse y caminar, aunque lo hacia casi por inercia, sin rumbo fijo.
Pasaba entre la gente tan silenciosamente que era necesario hacer un esfuerzo para notar su presencia.
Repasaba una y otra vez las distintas posibilidades. Estaba enojada, confundida, pero por sobretodo, herida, solo eso hacia crecer un odio que creía olvidado hacia mucho.
Las posibilidades disminuían a cada paso. Mientras más lo recordaba, mas se acercaba a la decisión que sabia, debería tomar. Pero también los recuerdos llenaban su corazón con esquirlas de pena y cada vez era mayor el dolor.
Suficiente -se dijo-, lo haré. Y comenzó a llorar.
Cuando las lagrimas comenzaron a deslizarse por sus calidas mejillas, tanteo en su bolsillo buscando algo con que secarlas y sintió el áspero sonido de un papel. Apenas lo vio, supo de qué se trataba. Busco desesperadamente en su bolso un reloj.
Le quedaban solo cinco minutos para pagar la cuenta.
Prometió hacerlo antes. Hoy era la fecha de vencimiento y tenia que ser cancelada. Era algo importante para su familia, habían depositado toda su confianza en ella.
Se concentro entonces en eso, y aunque estaba casi segura de que no lo lograría, olvido todo por un momento, todo menos correr y llegar a tiempo.
Las lágrimas se secaban con la velocidad y el viento, los recuerdos se congelaban y pasaban a tercer plano ante la emergencia, en su interior, la esperanza minúscula de lograr lo casi imposible.
Las cuadras se consumían bajo sus veloces pisadas y la visión en los costados era borrosa. Esquivo y salto obstáculos, pero apenas los noto. De pronto diviso su meta y antes de darse cuenta ya estaba dentro. Tenía el recibo de pago en sus manos.
Comenzó a caminar y reviso su reloj. Demoro cuatro minutos.
Solo en ese momento se dio cuenta de que nada era imposible, Y se lleno de alegría.
Había tomado una decisión, pero prefirió olvidarla. Ya no tiraría de la argolla de su corazón para lanzárselo a quien le dio tanto dolor.
No ahora que sabía que nada era imposible.


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